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inPlaticando con su perro
M.V.Z. Bertha Molnar
Aunque a muchos nos gustaría poder hacerlo, pensar que puedo sentarme con mi perro en la sala de mi casa para ponernos a platicar de cómo nos fue en el día, resulta imposible; pero ¿qué me dice de establecer con él una comunicación lo suficientemente aceptable para poder llevar una convivencia muy, pero muy agradable?... esto sí es posible.
Nuestra actitud, nuestra mirada, nuestra voz y los tonos que utilizamos; las palabras mismas, nuestros espacios compartidos con el perro, nuestros movimientos corporales, nuestro trato con los otros miembros de la familia y muchas sutilezas más, en las que uno ni siquiera recapacita, le están proporcionando información a nuestro amigo.
La voz, los tonos de voz y las palabras que utilizamos para comunicarnos con nuestro perro. El perro reconoce, identifica la voz de su dueño de entre muchas voces y también puede diferenciar, con base en el tono, si es un llamado amistoso, una orden o un regaño. Vamos a hacer que nuestro perro no tenga duda sobre para qué se le llama. Use tonos graves para dar ordenes y corregir alguna falta; el tono medio a nuestro perro le servirá para transmitirle tranquilidad y confianza y el tono agudo será el indicativo de felicitación, relajación, invitación al juego. En cuanto a las palabras, los perros tienen en promedio una capacidad para aprender desde 60 hasta 140 palabras, imagínese todo lo que puede usted enseñarle: comandos de obediencia, nombres de los integrantes de la familia, juegos específicos, nombres de objetos, etc. Dentro de este amplio vocabulario, determine la o las palabras con las que le corregirá y nunca las asocie con el nombre del perro ya que éste será relacionado con cosas positivas; su perro aprenderá que cuando lo llama por su nombre siempre es para algo bueno pero que cuando utiliza la o las palabras para corregirlo es porque ha cometido una falta.
Pasando al tema de la manipulación de nuestro perro, pongamos el ejemplo de un grupo de animales silvestres que están reunidos, usted los ve y rápidamente puede descubrir quién es el jefe ahí, porque verá que los demás están a su alrededor, si se mueven, él va por delante de los demás, su porte es seguro, podríamos decir que hasta altivo, puede acercarse a los otros integrantes y colocar sus manos sobre el lomo o el cuello de ellos, los mira a los ojos y los demás bajan la mirada. Cuando usted se acerca a su perro, él lo ve como el líder, debe verlo seguro, tranquilo, usted puede tocarlo, verlo a los ojos, rodearlo con sus brazos, hacer presión sobre su lomo, cuello y grupa. Su perro disfruta cuando usted lo acaricia, le palmea el lomo, le jala suavemente (y a veces no tanto) los cachetes, le da una buena nalgada junto con una palabra cariñosa. Perros de razas pequeñas disfrutan cuando su dueño los carga y los envuelve con las manos, esto cuando el liderazgo está bien definido, que otra cosa muy diferente es cuando usted quiere detener, revisar o cargar al tiranito de la casa pero como él no lo ve a usted como alguien a quien respetar pues falta que se deje. Esta manipulación de nuestro perro debemos trabajarla desde siempre. Bañarlo, cepillarlo, tocarlo, revisar orejas, ojos, hocico, genitales, uñas, rabo, tórax, cuello etc. si desde el principio él se acostumbró a ello, cuando llegue a la edad adulta no será problema. Si iniciamos este tipo de manejo con nuestro cachorro y él presenta una actitud de confrontación, nos gruñe o de plano intenta mordernos, el detenerlo por el cuello, darle un golpecito leve en la nariz junto con la orden de que no lo haga, le dejará claro que ese tipo de reacciones agresivas hacia usted no van a ser permitidas.
Un error muy frecuente, las más de las veces por cariño, es ir dejando que nuestro perro se sienta dueño de la casa y el organizador oficial de tiempos libres en la familia. Así vemos que el perro no obedece o llega a presentar una conducta hostil cuando quieren sacarlo al patio o bajarlo de la cama; o bien que si desea en ese momento salir al parque, jugar a que le lancen la pelota, tomar una galletita o que le rasquen la panza, no hay poder humano que lo convenza que debe esperar. Cosas tan sencillas como estas, él las capta perfectamente y si nosotros somos constantes, claros y firmes, no debemos tener problemas de comunicación. No se trata de ser cruel, frío ni tirano con su perro, es únicamente dejar las cosas bien puestas en su lugar desde el principio para que no exista la posibilidad de descontrol de ninguna de las dos partes. Ni usted se sorprenderá todos los días, hasta que se le agote la paciencia, de cada nueva falta que cometa su perro y ni el pobre vivirá en el sobresalto de qué está permitido o que cosa será diferente en cada ocasión.
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