
Al
igual que su pariente de mayor tamaño (el Greyhound), los
orígenes de esta escultura canina también son muy
antiguos, comenzando su historia en Egipto hace 3,000 años.
El pequeño lebrel (un poco más grande que el de hoy
en día), era el preferido de la sociedad egipcia, recibiendo
tanto cariño y admiración, como compartiendo todos
los honores propios de las reinas y faraones que le criaban. En
la actualidad, algunos esqueletos de perros que se exhiben en el
Museo del Cairo, dentro de una sala que contiene una impresionante
colección de animales embalsamados, se cree, pertenecen a
los ancestros del Lebrel Italiano.
Los romanos llevaron a la raza
a Europa alrededor de 600 a.C. para controlar la proliferación
de ratones en las villas, y participar en pequeñas cacerías,
al mismo tiempo en que logró conquistar el corazón
de de las damas romanas. De esta época se conserva, en el
Museo Pío Clementino del Vaticano, la escultura de un lebrelito
que data del siglo I a.C.
Pero
las huellas más contundentes de la existencia del Lebrel
Italiano en la antigüedad, han sido halladas en la legendaria
ciudad de Pompeya, en donde, debido a la ancestral erupción
del Vesuvio en 79 d.C., la gente y sus animales domésticos
fueron convertidos en restos petrificados que han perdurado a lo
largo de muchos siglos. Fue precisamente en ese lugar, donde la
expresión “Cave Canem” o “Cuidado con el
perro”, se originó, como un aviso que prohibía
la entrada a los lugares resguardados por perros peligrosos, y que
en los hogres de los galgos miniatura, servía para evitar
pisar o patear a la tan querida mascota de pequeñas dimensiones.
Durante
la Edad Media, fue muy apreciado en Italia, y distribuído
ampliamente en el sur de Europa como “perro de reyes”
bajo el nombre de “Piccolo Levriero Italiano” o “Levrette”,
tanto, que para 1300 no existía corte que no los tuviera.
Algunas de las familias más devotas a la raza fueron: Los
Medici, Los Gonzaga, y Los Sforza.
Mas tarde, en Alemania, recibió
el nombre de “Windspiel” que significa: “Juguete
del viento” , y en Suecia se le conocía como “Italiensk
Vinthund”.
Pintores como Ambrogio Giotto, Rogier
Van der Weyden, y Hieronymus Bosch, incluyeron al Levrette en numerosa
cantidad de obras y retratos reales.
En
el siglo XVII el Lebrel Italiano derrumba la última barrera
de su expansión, llegando a Inglaterra, para dar comienzo
al periodo de su gran popularidad en el Viejo Continente, como esencial
ornamento en los salones de la aristocracia. Mary Reina de Escocia,
La Princesa Anna de Dinamarca, y Carlos I, fueron algunos de los
soberanos que gozaron de la compañía del pequeño
lebrel.
Sir Anthony Van Dyck, Sir Joshua
Reynolds, y William Blake, fueron los artistas que a partir de esa
época se encargaron de preservar la estampa del Piccolo Levriero,
un perro cuyas características permanecieron inalteradas
por mucho tiempo, pero que durante el siglo XIX, con el desarrollo
del Whippet, fue sometido a un negativo proceso de empequeñecimiento,
con la intención de evitar confusion entre ambas razas.
En
1872, el Reverendo Pearce realiza una referencia escrita del Lebrel
Italiano:
“Este perro es el más elegante, delicado y pequeño
de todas las razas miniatura; su existencia se remonta a tiempos
inmemorables, y sus líneas y formas nunca han pasado, ni
pasarán de moda. Es evidente que se trata de la versión
reducida de un perro más grande, obtenido mediante una cuidadosa
crianza selectiva, e introducido desde Italia y el Sur de Francia,
países donde abunda, pero sin duda, ejemplares menos refinados
y delicados como los que habitan en Inglaterra”.
Esta
referencia del Reverendo Pearce sirve como testimonio del proceso
de miniaturización, que en conjunto con los caprichos de
la moda, tuvo consecuencias desastrosas, ya que las nuevas generaciones
resultaban cada vez más pequeñas y delgadas, presentando
problemas de fertilidad y manifestaciones de enanismo, que hacían
una cúpula craneal de forma redonda y ojos saltones.
Tras la Primera Guerra Mundial,
dedicados criadores italianos comenzaron los esfuerzos para rescatar
a la raza, pero no fue sino hasta los años 50’s que
el Lebrel Italiano se encontró totalmente
fuera
de peligro. Así, en 1956 la Marquesa María Luisa Incontri
Della Stufa conocida como “Del Calcione”, funda el Círculo
del Pequeño Lebrel Italiano (Circolo del Piccolo Levriero),
el cual redactó el primer patrón racial con la finalidad
de evitar los errores cometidos en el pasado.
Poco a Poco la labor del Club dió
frutos, y el Piccolo lució una vez más, la armonía
morfológica de sus ancestros medievales.